Capítulo 12

—¿Te estás burlando de mí ahora mismo?

La mujer inclinó lentamente la cabeza.

No tiene ninguna gracia…

—Parecía que no podías distinguir entre palabras de broma y sinceridad hasta ese punto.

La mujer, que lo observaba en silencio, bajó la mano que tenía sobre su brazo. Luego, se dio la vuelta y se alejó sin hacer ruido.

Cuando Dietrich no la siguió, miró hacia atrás.

Sin embargo, sin quererlo, se encontró moviéndose hacia la mujer, y ella comenzó a alejarse nuevamente.

—¿A dónde vas ahora mismo?

No hubo respuesta de la mujer.

Salió silenciosamente al pasillo y abrió la puerta de una nueva habitación.

[¡Búscame! ¡Ven a mi habitación!]

De repente, recordó la tarjeta que tenía en el bolsillo. ¿Podría haber algo dentro de esa habitación?

…O quizás una trampa.

Dietrich se preparó mentalmente y levantó la mano hacia la empuñadura de su espada.

Sin embargo, no sintió señales de movimiento dentro de la habitación.

Mientras Dietrich revisaba la habitación, descubrió algo escrito en una pizarra.

¿Qué es esto?

R: 6

A: 12

A: 2

R: ?

Intentó darle sentido al texto en la pizarra, pero seguía siendo completamente incomprensible.

La mirada de Dietrich, habiendo renunciado a descifrarla, recorrió lentamente la habitación.

Esta habitación…

Al igual que la anterior, era una habitación en tonos pastel, pero una vez más, estaba llena de ositos de peluche de todos los colores.

Estaba claro que a los niños les encantaría esta habitación.

…Hasta que los ositos de peluche cobraran vida.

Ahora que lo pensaba, había un cartel frente a la puerta que no había notado mientras exploraba otras habitaciones. Decía: [Habitación].

Después de inspeccionar brevemente la habitación y regresar a la pizarra, notó que había un reloj de arena debajo.

La arena amarilla fluía lentamente hacia abajo.

A estas alturas, era imposible no saberlo. ¿Podría ser…?

Dietrich se dio la vuelta apresuradamente.

La mujer que estaba detrás de él tenía un brillo carmesí en sus ojos.

—Tengo curiosidad. Si podrás sobrevivir en este lugar también.

«¡Mierda!»

Aunque no había ninguna abertura, soplaba un fuerte viento.

El cabello platino de la mujer ondeaba como llamas.

El brillo rojo en sus ojos supuestamente azules se fue profundizando gradualmente, hasta convertirse finalmente en un rojo vivo.

Un incendio feroz envolvió la habitación.

—Esta habitación será diferente a las que has visitado hasta ahora. Hasta ahora ha sido bastante fácil, ¿no?

Una cortina translúcida ondeaba, ocultando la figura de la mujer.

A medida que bajaba el telón, la sonrisa de la mujer se hizo más pronunciada.

—Este lugar es diferente. Si no puedes resolver el problema, morirás.

Dietrich giró rápidamente su cuerpo hacia la pizarra que tenía escritas palabras incomprensibles.

R: 6

A: 12

A: 2

R: ?

—Resuelve el problema o muere aquí y ahora.

Después de pronunciar las líneas que hacían avanzar la historia, sentí que el poder que había estado controlando mi cuerpo se liberaba.

Recordé escenas con Charlotte del juego, que a menudo aparecían después de que Dietrich entraba a la mansión, cada vez que entraba en un nuevo tipo de habitación o cada vez que encontraba objetos especiales.

Quizás fueron introducidos para explicar la situación a los jugadores, pero ahora parecía un medio de coerción.

—Dijiste que me ayudarías, pero ahora me estás amenazando. No. La forma en que me dices que luche y sobreviva... ¿te estás burlando de mí?

A modo de experimento, moví mi mano y los ojos de Dietrich brillaron como llamas violetas.

—No, sólo dije la verdad.

—¿Verdad? ¿Que si no puedo resolver el problema moriré?

—Sí.

—Eso suena a burla.

En realidad, no lo era.

Había jugado a este juego innumerables veces.

Aunque me di por vencida en el tercer piso, conocía bien las respuestas del primero.

—Realmente quiero ayudarte, Dietrich.

Sin embargo, a pesar de mi sinceridad, Dietrich no apartó la sospecha de su mirada.

—Entonces, esta habitación…

Dudé cuando estaba a punto de hablar.

Ahora que lo pienso, antes…

[ ※ Advertencia ※ ]

[Se prohíbe la divulgación de información relacionada con la misión y el juego.

Los infractores serán sancionados]

Había visto mensajes de advertencia como éste antes.

Si le explicara la situación actual probablemente me enfrentaría a sanciones.

Tenía que tener cuidado…

—¿Sentiste algo extraño al entrar? ¿Como algunas palabras o algo más que no estaba allí antes?

—¿Te refieres a ese cartel?

Dietrich señaló el cartel que decía [Habitación].

Sin embargo, no pude confirmar ni desmentir su afirmación.

No quería correr el riesgo de revelar más información que pudiera resultar en un castigo.

Antes de que nos diéramos cuenta, la cantidad de arena en el reloj de arena en el suelo aumentó y las llamas se hicieron más fuertes.

«Diez minutos».

Eso era todo el tiempo que le quedaba para resolver el rompecabezas.

Observé a Dietrich, que parecía haberse dado cuenta de algo, sin decir palabra.

«Más inteligente de lo que pensaba, ¿eh?»

Estaba planeando darle más pistas.

El rompecabezas no era tan difícil, pero se volvería más fácil después de notar algunas cosas primero.

Miré las llamas crecientes mientras observaba las acciones de Dietrich.

A diferencia de Dietrich, que se cubrió la boca con un paño y se movió para evitar las llamas ardientes, el fuego no me hizo ningún daño.

Mientras miraba las llamas, inconscientemente extendí mi mano hacia el fuego.

Levanté ligeramente la mano por encima de las llamas parpadeantes, pero no estaba caliente.

¿Hmm? ¿Pero sientes un poco de hormigueo?

Poco a poco bajé la mano.

Un poco más. Sólo un poco más…

Fue entonces cuando de repente me agarraron la mano.

—¿Estás loca? ¿Qué estás haciendo ahora mismo?

Yo fui el que me sobresalté de repente, pero él parecía aún más sorprendido por su propia reacción.

—¿Estás preocupado? Qué amable de tu parte.

—No se trata de estar preocupado, se trata de poner la mano en el fuego. ¿Eres incapaz de quedarte quieta?

Una vez más tenía una expresión frustrada.

—No hay necesidad de llegar a tales extremos.

Al fin y al cabo, de todos modos, no me haría daño.

—Te lastimaste, ¿no?

—¿Lo hice?

Pero no me dolió y, de todas formas, se curará pronto.

—…Quédate quieta.

Dietrich no se movió por un momento, manteniendo un firme agarre en mi mano.

—Dietrich, el reloj de arena sigue funcionando.

—…Lo sé.

Soltó mi mano y se movió nuevamente.

Luego caminó hacia la pizarra y tomó un trozo de tiza.

—¿Puedo escribir aquí?

Asentí. No es que no pudiera decírselo.

Afortunadamente no ocurrió nada que pudiera derivar en sanciones.

¿Eh?

Pero Dietrich todavía estaba allí, sosteniendo la tiza.

«¿Qué estás haciendo?»

Encontró la respuesta.

El cartel que decía [Habitación] en la puerta debía estar relacionado con la temática de la habitación.

Si su hipótesis era correcta…

R: 6

A: 12

A: 2

R: ?

El problema en la pizarra probablemente estaba relacionado con la nota que pedía que se encontrara el "yo".

Suponiendo que cada letra representara “yo” y adivinando qué podrían ser…

Comenzó a contar los coloridos osos de peluche en la habitación.

En esta habitación había ositos de peluche de cuatro colores.

Rojo, amarillo, azul y rosa.

Si su suposición era correcta…

R(ojo): 6

A(marillo): 12

A(zul): 2

R(osa): ?

Pensando de esta manera y contando los números según los colores del osito de peluche, los números coincidieron perfectamente.

Entonces, en cuanto al R…

¿Podría ser la cantidad de ositos de peluche rosas?

La probabilidad era alta.

Y la mujer había estado rondando sutilmente el bolígrafo sobre el escritorio como si fuera a revelarle la respuesta.

Dietrich cogió un trozo de tiza.

Sin embargo, había otro problema.

«¿Cómo puedo confiar en esa mujer?»

Había encontrado la respuesta gracias a las pistas de la mujer, pero ¿y si se trataba de una trampa?

Entonces Dietrich no pudo escribir nada en la pizarra.

Aunque el tiempo se acababa y la arena continuaba cayendo.

No quedaba mucha arena en el reloj.

Las llamas, que habían ido calentando lentamente el suelo, se fueron extendiendo y consumiendo las cortinas, llegando hasta el techo.

Toda la habitación quedó cubierta, e incluso Dietrich estuvo a punto de ser engullido, pero no se inmutó.

¿Podría ser que no supiera la respuesta al problema? ¿Cuándo quedaba tan poco tiempo?

—Dietrich.

Parecía que no podía oír mi voz porque no respondía.

—¿Quizás no sepas la respuesta? Déjame ayudarte…

Sólo entonces reaccionó Dietrich.

—Tú…

Quizás fue por el espeso humo que su voz salió ronca.

—Ése es el problema.

—¿Eh?

—Eres sospechosa.

—¿Qué?

—No estoy seguro de si los pensamientos que tengo ahora son realmente míos. Tal vez tú dirigiste intencionalmente mis pensamientos en esta dirección.

¿Podría ser que encontró la respuesta, pero no podía confiar en mí y por lo tanto no pudo resolverla?

—Pero, Dietrich, ya no queda mucho tiempo.

¿No deberías al menos intentarlo?

—La verdad es que no escribir la respuesta podría ser la forma de salir de esta habitación.

¿No era eso demasiado improbable?

Cuando jugué el juego con Dietrich como personaje principal, él nunca reaccionó así, así que estaba perdida.

En aquel entonces, él simplemente se movía siguiendo mis instrucciones, pero…

Los ojos violetas de Dietrich estaban llenos de total desconfianza.

 

Athena: Entiendo la desconfianza, pero en serio, ¡tienes que darte cuenta de la diferencia de los ojos!

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