El Universo de Athena

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Capítulo 170

Después de apenas echar a Edward de la habitación, Yelena se volvió hacia Kaywhin. Su cara estaba en llamas.

—…No te hagas una idea equivocada. No lo eché por ese motivo.

—Lo sé. —Kaywhin se rio suavemente.

Yelena sintió la necesidad de hacer realidad el malentendido de Edward al ver a Kaywhin reír tan puramente. Pero como sabía que eso nunca sucedería, rápidamente se dio por vencida.

Yelena se aclaró la garganta y cambió de tema.

—Ejem. Sobre antes… Cuando apareciste en el vestidor. Me alegré mucho de verte entonces. Y eras realmente carismático. Por supuesto que siempre eres… um, carismático… pero lo eras especialmente allá atrás. Y uh, ¿parecía como si hubiera una luz brillando detrás de ti? Así que lo que estoy tratando de decir es, gracias por salvarme...

Estaba mirando hacia abajo mientras murmuraba, pero reunió algo de coraje para mirar hacia arriba un poco. Lo que vio la sorprendió.

—¿Kaywhin?

La expresión de su marido era oscura. No parecía alguien a quien estuvieran felicitando.

—¿Por qué la cara larga?

Era una forma indirecta de preguntar si había algún problema.

—Me arrepiento —dijo Kaywhin.

—¿Te arrepientes? ¿De qué?

—No debería haberte enviado sola a la capital.

—…No me enviaste sola. Los tres caballeros y el dueño de la Torre Negra estaban conmigo.

—Debería haber estado a tu lado.

—¿Entonces estás diciendo que es tu culpa que me hayan atacado hoy?

Kaywhin no respondió. Pero Yelena ya sabía que a veces su silencio significaba su afirmación.

Atónita, abrió la boca para hablar pero se obligó a cerrarla.

—Kaywhin… Escucha cuidadosamente. No pienses en nada raro y no te culpes. No tienes ninguna responsabilidad por lo que pasó hoy. De hecho, tú fuiste quien me salvó. ¿Entendido?

No parecía entender nada.

Ah, esa terquedad. Yelena reprimió un suspiro. Ella habló de nuevo después de pensarlo detenidamente.

—Muy bien. ¿Qué tal esto? ¿Recuerdas cuando fuimos al festival?

—Lo recuerdo.

—En aquel entonces, hubo una conmoción y mucha gente se reunió alrededor. ¿Recuerdas cuando un hombre dijo mi nombre? Por eso la gente te reconoció y empezó a susurrar. Eso fue mi culpa.

—¿Qué?

Kaywhin miró a Yelena como si le preguntara de qué estaba hablando.

—Si no te hubiera llevado al festival en primer lugar, no habrías estado en exhibición para que todos te vieran. Todo fue mi culpa.

—Eso es absurdo. ¿Cómo pudo haber sido culpa tuya? Asumir la culpa de un imprevisto…

—Eso es lo que estoy diciendo. —Ella lo interrumpió mirándolo a los ojos—. ¿Sabías que me iban a atacar? ¿Y me enviaste a la capital sabiendo que estaría? No, no lo hiciste. Entonces no digas nada como si deberías haber estado preparado para la más mínima posibilidad de que me atacaran. Esto terminará si piensas así.

Si Kaywhin pensaba así, de ahora en adelante, todo sería culpa suya, desde que Yelena tuviera dolor de estómago por comer mala comida hasta tropezarse por accidente y rascarse las rodillas. Yelena sacudió la cabeza ante ese pensamiento, sabiendo que él realmente se culparía por esas cosas.

—De todos modos, de ahora en adelante, no digas cosas raras como que es tu culpa o que te arrepientes. Si lo vuelves a hacer…

¿Si lo hiciera de nuevo?

Se suponía que iba a hacer una amenaza, pero no se le ocurrió nada. Se devanó los sesos y de repente dijo:

—Dormiré en mi propia habitación.

«Lo arruiné», pensó para sí misma después.

No es que hubieran hecho nada mientras compartían cama. No era una gran amenaza si lo único que hacían era dormir tranquilos.

Pero, sorprendentemente, se estremeció.

—…Seré cuidadoso.

Funcionó. La “amenaza” fue efectiva.

Yelena parpadeó y miró a Kaywhin.

Un silencio ambiguo cayó sobre ellos.

La repentina aparición de Kaywhin en el vestidor fue el resultado del esfuerzo conjunto de Liliana y Edward.

Liliana y Edward habían planeado esto el día anterior.

Primero, Liliana llevaría a Yelena de compras, ganando tiempo. Mientras tanto, Sidrion iría al feudo a recoger a Kaywhin. Luego, se encontrarían con Edward en la capital y Edward llevaría a Kaywhin al punto de encuentro designado, el vestidor.