El Universo de Athena

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Capítulo 185

—...Dije eso, pero nunca dije que era el único que lo sabía.

—¿Me estás tomando el pelo?

—Lo siento. Ejem, definitivamente yo era el único que sabía cuándo había adquirido la información... ¡Ack!

Yelena pisoteó ligeramente el pie de Aendydn como castigo y luego se volvió hacia el príncipe.

El príncipe heredero Bartèze de Libranté.

«Va a ser un dolor de cabeza lidiar con él.»

Yelena frunció el ceño suavemente. Sólo había una razón por la que ella pensaba eso.

«No parece que vaya a escucharme...»

Por mucho que el príncipe heredero Bartèze intentara quedar bien, nadie tenía una impresión favorable de él. Honestamente, Yelena podría usar una frase común de cuatro sílabas para describir al príncipe heredero.

Bastardo inútil.

Era un incompetente y sólo tenía un temperamento desagradable. Los nobles a menudo chismorreaban acerca de cómo instalar a Bartèze como príncipe heredero fue el mayor error del rey, en privado, por supuesto.

—Su Alteza.

No obstante, Yelena tenía que al menos intentar conversar con él. Ella habló. Bartèze se fijó tardíamente en ella. Sus ojos brillaron con reconocimiento.

—Hm, ¿quién eres, joven señorita? Ah, escuché que el conde tenía una hija... ¿Eres ella?

«Entonces es cierto que no es inteligente y tiene mala memoria.»

La hija del conde Morgana tenía diez años. Además de eso, esta no era la primera vez que el príncipe heredero veía a Yelena. Nunca han tenido un encuentro personal, pero sí han intercambiado saludos varias veces en eventos oficiales.

—Espera, me resultas familiar…

—Soy Yelena Mayhard.

—¿Mayhard?

—Podéis llamarme duquesa Mayhard. Es un honor conoceros, Su Alteza.

Fue sólo entonces que la mirada del príncipe heredero pasó de Yelena a Kaywhin y luego a Aendydn. Su rostro de repente se contrajo específicamente cuando miró a Kaywhin.

Yelena arqueó una ceja ante el flagrante cambio de expresión facial del príncipe heredero. Entonces habló Bartèze.

—Está bien, duquesa Mayhard. ¿Por qué estás aquí? ¿Conoces de cerca al conde?

Incluso después de conocer el estado de Yelena, su actitud dominante y su tono de voz no cambiaron.

La duquesa era una noble con la que no se debía tratar descuidadamente, incluso si eras miembro de la realeza. Yelena no podía calificar de cortés el comportamiento del príncipe heredero, ni siquiera de labios para afuera, pero no le prestó atención porque no era importante. Había otro asunto entre manos que realmente necesitaba su atención.

—También hemos venido aquí por la Espada Sagrada.

—¿La Espada Sagrada?

—Y técnicamente hablando, llegamos aquí primero.

La ceja del príncipe heredero Bartèze se arqueó ante el comentario de Yelena.

—¿Qué dijiste?

—Ya hemos recibido el permiso del conde Morgana para excavar su territorio, así que creo que tenemos la primera prioridad en lo que respecta a la excavación de la Espada Sagrada.

Una profunda arruga se formó en la frente del príncipe heredero.

—¿No estáis de acuerdo, Su Alteza?

—Disparates. ¡Es lógico que una reliquia como la Espada Sagrada sea excavada y guardada en el Palacio Real!

—¿Por qué? ¿Existe alguna designación legal que lo decrete?

—¡Es de sentido común que el Palacio Real conserve la Espada Sagrada! ¿Sólo tienes sentido común cuando está legalmente designado?

—No seguiré el sentido común unilateral que carece de aplicación legal, Alteza.

Mientras continuaba la conversación, Yelena hizo una promesa en su corazón.

«No entregaré la Espada Sagrada.»

Yelena no podía confiar en que ese príncipe heredero pudiera almacenar adecuadamente la Espada Sagrada.

«Mi corazón estará tranquilo si la Espada Sagrada está en mi poder.»

Había un brillo decidido en los ojos de Yelena. Los finos labios del príncipe heredero se torcieron. De repente se volvió hacia Kaywhin después de observar en silencio que Yelena no mostraba ningún indicio de dar marcha atrás.

—¿Qué piensas, duque? ¿No crees que el Palacio Real debería tener derecho a excavar la Espada Sagrada, sin importar las circunstancias?

«¿Qué demonios?»

Yelena encontró incrédula la confianza que se mostraba en el rostro del príncipe heredero. Este último actuó como si creyera solemnemente que Kaywhin le daría la respuesta que quería.

—No me parece. Siempre sigo la opinión de mi esposa.

Por supuesto, las cosas no iban como el príncipe heredero quería. Yelena pensó que eso sería un hecho, pero el príncipe heredero Bartèze abrió mucho los ojos como si hubiera sido muy traicionado.

—¡Duque, justo ahora, tú…!

—Ahora, ahora, esto no servirá.

En ese momento, Aendydn dio un paso adelante. Su voz no era tan fuerte, pero la llevaba el viento y se escuchaba con mucha claridad. Era como si hubiera hablado directamente a los oídos de todos. La atención de todos se centró en Aendydn.

Yelena se dio cuenta de que había usado el espíritu del viento.

—Seguro que hace un buen uso de sus poderes.

 

Athena: A ver, quien manda en esa relación es Yelena y todos se darán cuenta.