Capítulo 5
Estaban en la mesa durante el desayuno como de costumbre.
Lawrence estaba sentado en la cabecera de la mesa y Miraila estaba sentada a su lado.
A pesar de la presencia de los sirvientes, Miraila atendía personalmente a Lawrence.
Ella le hablaba con dulzura mientras untaba el pan con mantequilla o cortaba el pescado.
—Hacía un poco de calor anoche, ¿dormiste bien?
—Sí. La temperatura desciende a medida que oscurece.
—Pero en cuanto sale el sol, empieza a hacer calor. Si no tienes apetito, házmelo saber. Hablaré con el chef para preparar tu comida favorita, sopa de melón de invierno.
—Sí, está bien.
Con un movimiento elegante, Lawrence empujó el pescado cortado en su boca. Desde niña, Artizea había envidiado las atenciones de Miraila hacia su hermano. Porque ella no recibió el mismo amor de su madre.
Entonces, queriendo estar un poco más cerca de ambos, se sentó lo más cerca posible de ellos.
Y en ausencia de Miraila, cuidó de Lawrence, pensando que era su deber.
Incluso después de darse cuenta de que no era su deber, se convenció a sí misma de hacerlo.
Lawrence era alguien de valor, que podría convertirse en emperador. Lawrence también fue quien haría de Miraila una persona honorable y distinguida en el futuro.
Entonces, por supuesto, sería atesorado. Artizea no estaba en la misma posición.
Pero ahora, ella no tenía ningún interés en ninguno de ellos.
Durante su tortura, sus sentimientos persistentes por Lawrence desaparecieron. Su apego a Miraila había desaparecido antes de eso.
Sabía que su existencia era como un tumor para Miraila. Similar al difunto marqués Rosan.
Artizea terminó de desayunar, solo comió el pan y la ensalada.
No tenía mucho apetito. Además, quería salir rápidamente para comprobar la situación actual.
El Salmon Meunière, que había sido preparado como plato principal para el desayuno, ni siquiera fue colocado frente a ella.
Mientras se limpiaba la boca y se ponía de pie, Miraila dijo abruptamente.
—Tu hermano aún no ha terminado la mitad de su comida, pero ¿ya te estás levantando?
Solo entonces Miraila se dio cuenta de que Artizea no estaba sentada junto a ella como de costumbre, sino que estaba sentada en un asiento distante.
Sus hermosos ojos marrones se redondearon.
En el pasado, Artizea se habría disculpado, pero ahora no.
—No tengo mucho apetito. Además, siempre me dijiste que tenía que perder algo de peso —dijo Artizea con calma.
En su infancia, antes de los diez años, era gordita.
Miraila siempre le decía que estaba demasiado gorda y comía demasiado. Que debía comer poco como los pájaros para mantener su figura.
Debido a eso, Artizea desarrolló un trastorno alimentario en ese momento.
Si no comiera nada, solo tendría huesos, así que Miraila no debería decirle que perdiera peso.
Sin embargo, Miraila le decía todo el tiempo que tenía que adelgazar.
Miraila se enfadó.
—Pero debes mantener tus modales en la mesa…
—Hoy me gustaría visitar el templo fuera de la ciudad. ¿Está bien, hermano?
Le pidió permiso a Lawrence para salir, pues estaba segura de que Miraila no se lo daría. De esa forma, Artizea también evitaría escuchar sus reproches.
Lo único que le importaba a Lawrence de Artizea era su habilidad para servir. Él no se preocupaba por ella como una hermana menor.
Miraila estuvo a punto de explotar, pero se detuvo cuando Lawrence abrió lentamente la boca.
—Está bien, puedes irte.
—Gracias hermano —dijo Artizea, haciendo que Miraila repensara las palabras que diría.
Entonces dijo Miraila con una voz radiante:
—¿Cómo puedes ser tan considerado? Incluso piensas en tu hermana…
Artizea tenía muchas cosas que hacer y no podía preocuparse por eso.
Cuando salió, Alice, una sirvienta cercana a ella, se acercó a ella rápidamente.
—Mi señora, ¿no comió bien otra vez? ¿Por qué se fue tan pronto? Usualmente usted…
—Alice.
Artizea miró fijamente a Alice.
Se sintió un poco nostálgica.
Alice fue su primera doncella personal. Era perspicaz y leal, pero por eso fue envenenada en lugar de Artizea.
—¿Qué pasa, mi señora?
—No es nada.
Sin saber qué decir, Artizea solo volvió la cabeza.
En ese momento, Artizea trató de cuidar a los miembros de la familia de Alice por el resto de sus vidas, porque siempre fue leal a ella.
¿Qué pasó con la familia de Alice después de que fue encarcelada?
No solo con la familia de Alice, sino también con las demás familias de los que murieron por Artizea.
Artizea había diseñado una estructura para asegurar que el apoyo financiero continuaría dándose sin importar lo que le sucediera.
Ella también estaba a cargo de ocultar el dinero y su vínculo con eso, en caso de que algo malo sucediera.
Teniendo en cuenta que estaba siendo más cuidadosa después de haber eliminado a todos sus enemigos políticos, probablemente había sospechado de Lawrence mucho antes de que la acusaran falsamente.
—Mi señora, ¿se está riendo?
—¿Me reí?
—Sí. De este modo.
Alice se rio, imitando su expresión.
Artizea ni siquiera mostró la más mínima sonrisa y se dio la vuelta.
Aunque fuera un encuentro después de veinte años, su personalidad no le permitía regocijarse y abrazar con alegría al otro.
—Voy a salir. Voy al Templo.
—Sí, mi señora.
—Alice, ven.
Artizea le hizo un gesto para que se acercara.
Alice se inclinó y acercó su oreja a los labios de Artizea.
Artizea le susurró lo que tenía que hacer.
Cuando Alice se enderezó, dijo:
—Entonces, ve a la cocina y prepara una lonchera con sándwiches rellenos con mucha carne.
—Oh, mi señora. ¿Ha decidido finalmente dejar de hacer dieta?
—Creo que necesito fortalecer mi cuerpo.
—Está bien. Necesita comer más.
—Es incómodo comer sola. Así que prepara y envasa al menos cinco porciones más. Además, empaca un juego de té para picnic.
—De acuerdo.
Alice estaba confundida. Pero nunca había cuestionado las decisiones de Artizea.
—No tengo mucho tiempo, así que hazlo rápido. Sophie me vestirá.
—Sí, mi señora.
Alice se fue rápidamente.
Artizea se dirigió lentamente a su habitación.
Después del desayuno, Artizea generalmente se cambiaba a su vestido de tarde. Por eso Sophie ya estaba frente a su tocador.
—¿Qué vestido quiere usar?
—Beige… no, mejor verde —dijo Artizea, pensando que sería molesto si el vestido se ensuciaba.
Artizea no tenía mucha ropa.
A diferencia de Miraila que tenía cuatro vestidores llenos de ropa, Artizea tenía un tocador sin casi nada.
Cuando Miraila se estaba vistiendo había unas veinte sirvientas a su alrededor sirviéndola. Por otro lado, Artizea solo tenía a Sophie para atenderla.
Con solo decir “verde”, Sophie supo de qué vestido estaba hablando y corrió rápidamente al armario.
Sin embargo, hacía mucho tiempo que no usaba vestidos formales.
A Miraila no le gustaba salir con Artizea, y no le gustaba la idea de que Artizea tuviera contacto con extraños.
Ella siempre le decía que era vergonzoso que su horrible hija anduviera por ahí.
Artizea no creía completamente en sus palabras.
Desde la perspectiva de Miraila, Artizea era la prueba de que había traicionado al emperador, por lo que no quería mostrarla en público.
Sin embargo, todavía no podía mirarse directamente al espejo y apreciar su rostro.
Sophie le quitó la prenda exterior a Artizea y se sentó frente al tocador.
Entonces le preguntó a Artizea, aunque sabía que no le importaba.
—¿Cómo le gustaría que la peinara?
—Ordenadamente... no.
Artizea respiró hondo y dijo algo que nunca había dicho en su vida.
—Hazlo bonito.
—Oh.
Sophie se sorprendió, pero inmediatamente sonrió brillantemente.
—Bueno, supongo que la señorita también tiene esa edad.
—¿Qué edad?
—Quiere lucir bonita y salir con chicos guapos.
—No digas tonterías. Solo iré al templo.
—Podría conocer a alguien en el templo. Tal vez sea un caballero encantador o alguien así.
—¿Quién me pondría en sus ojos?
Esta fue la primera vez que dijo algo así.
La apariencia era importante. Pensando en lo que iba a hacer hoy, en realidad sería bueno verse bonita.
Sin embargo, no era significativo para ella. Porque su verdadero valor no estaba en la apariencia.
Sin embargo, parecía que realmente quería verse bonita.
Sabía que no podía ni debía tener ese tipo de relación con la persona con la que se iba a encontrar hoy.
Sophie abrió mucho los ojos y sonrió.
—¿No es eso lo que espera?
—Sophie.
—No se preocupe. Me aseguraré de que cualquier hombre que conozca esté interesado en usted —dijo Sophie alegremente, mientras rizaba el cabello de Artizea—. Mi señora, puede convertirse en la belleza número uno de la alta sociedad porque es naturalmente muy hermosa. Solo necesita ganar algo de peso y dormir un poco más.
—Disparates.
—Sabe que es la hija de Miraila. Para ser honesta, considerando su edad, ahora la joya de la alta sociedad es… ¡Dios!
Sophie rápidamente se quedó en silencio cuando la puerta se abrió.
Era Miraila. Lawrence parecía haber terminado de comer.
Miraila miró alrededor del tocador. Y cuando vio que peinaban a Artizea, dijo con desdén:
—No pretendes seducir a los hombres con esa cara fea y esa apariencia lamentable. ¿Tú?
Sophie no dijo nada y se concentró en lo que estaba haciendo.
Artizea habló con calma.
—Voy al templo. ¿Qué haría yo seduciendo al cura, madre?
—Entonces, ¿por qué te está rizando el pelo? ¿Como una anciana?
Artizea miró a Miraila a través del espejo.
Miraila se dejó caer en un sofá del tocador.
—¿No dijo mi hermano que iba a salir hoy?
—Ya se fue.
Miraila suspiró, lamentándose.
Athena: Con madres así, quién necesita enemigos… Bueno, y con hermanos así. En fin.